Gerardo Almaraz
“…constaté en el forense que la joven que aventó la grúa
y pasó sobre ella, era mi hija”,
afirmó el padre.
Ahora
la noche es un espanto
y muerde. La muerte,
su hija de mil años,
onda
más aprisa bajo su sombra:
antes venía acompañada de flores,
ahora,
vuelo vacío:
¿por
arcaicas y en el cielo su paso trazado?
Qué matricidas corren por esta ciudad.
Encarnando
a la muerte van
con
ojos,
boca,
manos,
pies,
iguales
a los míos.
Corren
hacia las cloacas de algún matadero.
Murió Leticia, hija de la ciudad.
Corrió,
corrió, corrió.
Y
la alcanzaron los ruines,
las
navajas de la muerte:
caínes,
cerberos.
Su
corazón blindado aún palpita
en
el cuerpo de su padre.
Sentencia:
1)
Han desaparecido en la noche más
personas que estrellas en el universo.
2)
La ciudad es la partera de los muertos.
3)
La oscuridad crece.
4)
Aunque la luna brille como una lámpara
de mil luces.
Ya se anuncian los
pasos,
ellos salen de las
alcantarillas
para
hacerse carne de la noche.
Gerardo Almaraz (1996, Oaxaca).
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