sábado, 19 de noviembre de 2022

HÁBLALO

Kantunil

 

Viví muchos años sintiendo vergüenza por lo que me había ocurrido, jamás le dije a nadie. Desde los trece años, las secuelas de aquella violación me incapacitaron emocionalmente para afrontar mi vida diaria. Drogas, depresión, nada podía sanar ese dolor que como si de herida abierta se tratara, seguía doliendo y lastimando como al principio. Estaba enferma, física y mentalmente; la dismorfia corporal era tan poderosa, que evitaba mirarme al espejo; el reflejo de aquella joven me resultaba repulsivo. Fueron los años más duros de mi vida, que por ignorancia quise afrontarlos por mi cuenta. Nadie sabía lo que me ocurría o el porque de esa ira hacia el mundo, pero sobre todo esa ira hacia mí. Estuve sumida en ese viaje de autodestrucción por mucho tiempo. Y hoy puedo decirte que es algo difícil, muy difícil de sanar. Mi lucha interna fue constante y me sentía en un callejón sin salida, en donde todo el mundo me observaba bajo una lupa, sin noción de todo el dolor que cargaba en mi interior. Era una víctima; ¿Saben? Jamás me gustó esa palabra, siempre la relacioné con la de algo inferior, la de una perdedora, o la de la base de una pirámide donde el más débil es el que debe soportar los pisoteos del mundo entero; no quería ser eso a lo que había etiquetado de forma tan negativa. Tal vez esa falta de información y mis prejuicios contribuyeron a mi toma de decisiones erradas; lo que aquella joven necesitaba era ayuda, amor y empatía. Necesitaba depurar y canalizar todo aquel dolor que sentía y que no sabía cómo digerir y expresar. Los seres humanos poseemos capacidades resilientes asombrosas y comparto que, a pesar de todo, siempre tuve la disposición de despertarme por las mañanas; le di también una oportunidad a la vida, a formar una familia con dos hijos que quiero con el alma y con un esposo protector y amoroso que cuida de nosotros y nos protege. En estos últimos años me di también la oportunidad de dedicarme a estudiar acerca de las emociones en la etapa temprana del desarrollo infantil. Y he aprendido que el amor proveniente de un núcleo sano familiar, es fundamental en el desarrollo de niños alrededor del mundo; que no debemos normalizar los micromachismos con los que las madres sumisas de antes educaron a nuestros esposos, con los que nuestras abuelas educaron a nuestros padres; a que no debemos exponer, ni alimentar a nuestros niños con contenido mediático basura en donde se cosifica y sexualiza a las mujeres. Por el contrario, debemos enseñarles a que todos y todas somos iguales, que nadie, por más fuerza física que posea tiene el derecho de violentar a los más débiles, a que todos debemos ser conscientes de nuestro valor propio y social, y así del mismo modo, debemos respetarnos los unos a los otros. ¿Pero, y entonces?, ¿cómo sobrevivimos a esto?, ¿cómo sobrellevamos nuestra vida sin que siga afectándonos? La verdad es que no lo hacemos. Es una afectación permanente que, cual cicatriz, deja marcas emocionales. Escribir me ha ayudado a exponer mis heridas, a ventilarlas y que poco a poco vayan decreciendo. Quisiera que nunca nadie pasara por lo mismo que yo. Muchas veces no somos conscientes del daño que nos hacemos, al no conocer nuestra fortaleza. El vivir en un país falto de educación moral, un país machista en donde los hombres tienen muchas ventajas sobre nosotras, nos convierte en ese sector vulnerable. No he encontrado una solución al problema, pero tal vez si siembro una semilla en ustedes, algo florezca. La educación y crianza positiva hacia nuestros hijos es clave esencial para la formación de seres humanos éticos y morales. ¿Sabías qué la violencia hacia la mujer no respeta edades, etnia o religión? Eso lo determinas en un cien por ciento cuando cuentas tu historia en primera persona y en vez de que esa historia duela, la usas como base para construir tu fuerte; quieres hacer algo al respecto y no permitir que lo que viviste le ocurra a alguien más, prestarle un escudo protector a toda aquella mujer que detrás de una falsa sonrisa y falta de brillo en sus ojos te dice con voz suave: -"Estoy bien", “me caí”, “estaba enojado, pero fue por mi culpa”, “yo lo provoqué”. Ese escudo debemos forjarlo nosotras día a día al ser mujeres vulnerables en un país rebasado por la violencia de género, en donde no hay una autoridad que nos proteja de secuestros, desapariciones, y donde menos vemos justicia para todas aquellas y nosotras que alguna vez hemos vivido esta situación y las que ya no están. A mis 13 años yo no contaba con esta información, fui víctima de abuso sexual por parte de un hombre mayor que sabía perfectamente el daño que provocaba y aun así no se detuvo. He luchado por años intentando reparar lo que otro rompió: A mí. Es aquí donde debemos de dejar de lado el vestido de víctima y usar ese escudo de guerrera, que, así como nosotras han forjado millones. Seamos el ejemplo de las futuras generaciones, formemos niños que hagan el bien y condenemos todas esas acciones que atenten contra la seguridad e integridad de la mujer.

 Alcemos nuestra voz en contra del feminicidio, en contra de la violencia psicológica, en contra de la violencia sexual y física que existe nuestro país, mismo que continúa siendo un problema general. Luchemos juntas contra todo aquel que intente lastimarnos, silenciarnos e intimidarnos; que sea más fuerte nuestra voz que su fuerza física. Hablémoslo, no te lo guardes para ti sola, ninguna de nosotras tenemos la responsabilidad de cargar con ese peso por nuestra cuenta. Apoyemos programas activistas y marchas en pro de la abolición de estas conductas, pero, sobre todo, cuidémonos las unas a las otras. Seamos esa amiga que escucha, esa madre presente y esa mujer sorora que todas alguna vez necesitamos. Vivamos sin miedo y abracemos a nuestras hermanas que más nos necesitan. No debes avergonzarte por lo que te ha pasado, la vergüenza debe de ser para ellos.

 

 

Baja California, México



Agradecemos la colaboración de Kantunil, que se unió a nuestra convocatoria <16 días de activismo por la eliminación de la violencia contra las mujeres> promovido en la comunidad de San Quintín, Baja California, México.

Agradecemos la imagen pictórica de la artista Kiki Suárez, te invitamos a conocer a la artista en:

 https://www.facebook.com/artekikimundo

https://www.kikimundo.com.mx/?fbclid=IwAR2imn-qBQT-4PJY9_ElX74qMcEFTFRC3ZRPeYo1peYdTJOneElw8XtRrcU

https://www.facebook.com/kiki.suarez.7

FRAGMENTO DE LECTURA DEL TEXTO


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