Jacqueline Campos
Sientes
un miedo intenso, al ver que se acerca su auto gris sin placas; aquel que
creías inservible, con cristales obscuros, como tantos que ruedan por el Valle
olvidado de San Quintín. Te das cuenta de que ¡No tienes donde esconderte! A
¿Dónde correr? Aún es muy temprano; las casas de los vecinos están cerradas y
lejanas. Vas por un camino de terracería rodeada de cultivos. Tu exmarido, te
obligara a subirte al auto mostrándote claramente una pistola negra para
convencerte sin resistencia, mientras te dice: Que no intentes nada, que puede
y quiere matarte, que tú sabes bien que a él no le importa la cárcel, con tal
de verte muerta sí no aceptas subir… Tu piel se eriza, tu corazón late
apresurado; la boca la sientes seca. Recuerdas, que tu hijo pequeño esperará tu
regreso del trabajo, a tu mente viene la imagen de su frente al besarlo, antes
de salir esta mañana ¡Quieres volver a verlo! ¡Abrazarlo! ¡Oler, su perfume
infantil! Sabes que tus padres lo cuidan y están con él, en el hogar de tu infancia;
pero ¡No es suficiente! ¡Tú eres la madre! y ¡Tu hijo, te necesita!
Te das cuenta de que estas experimentando el
peor de tus miedos. Que tus pesadillas recurrentes se están volviendo realidad,
hoy… Tu relación con él, te parece en estos momentos: La cúspide de una montaña
que escalaron juntos y con dificultad. Esa relación, que siempre fue como un
camino a cuestas, agreste y peligroso, que comenzó seis años atrás… Sus gritos
insultantes, te vuelven a la trágica realidad, y subes al auto en silencio… Él,
te ata las manos y conduce por el sendero desolado que lleva a la playa.
Lo
notas nervioso y ¡Desquiciado! no entiendes ¿Por qué él, no puede aceptar el
divorcio? Finalmente no se aman ¡No es amor, lo que te une a él!
Y sabes que, él sólo quiere tenerte a ti, como
objeto de una posesión producto de su machismo. Piensas, que quizás una
enfermedad mental lo acosa, que necesita ser diagnosticado y tomar
medicamentos. Eso lo crees, porque prefieres concebir que se volvió loco, a
creer que simplemente…te relacionaste con un monstruo.
Te
sientes culpable de haberlo aceptado, como pareja cuando tenías 18 años. Los
sueños de enamorada te nublaron la vista, al mismo tiempo que dejaste de
percibir el peligro; y la agresión en su trato contigo. Recuerdas con tristeza
los momentos que ignoraste, las voces de advertencia de tu familia y de tu alma…Te
da vergüenza aceptar, que por tu inmadurez y rebeldía, al principio ¡Lo
justificabas todo, de tu agresor! ante los demás. Olvidaste los consejos de tu
abuela “Niña, si él aparece como el hombre perfecto, puede estar fingiendo;
date más tiempo para conocerlo”… Él, te recrimina el abandono ¡Te insulta! Y te
agrede, cada vez que intentas defenderte: te golpea más y te jala el cabello,
te pellizca para lastimarte y marcarte la piel. Tú sientes que te ahogas
llorando, con la pistola que te ha puesto en la boca, y experimentas dificultad
para respirar ¡No hay nadie a quien pedir ayuda! La playa está desolada este
jueves 24 de septiembre ¡Él te secuestró! Y sabía que no habría testigos; pensó
obsesivamente el momento de agredirte. Te das cuenta de que él, ha llegado al
punto de la locura ¡No entiende, de razones! ni de límites ¡Estas aterrada! Y aceptas, que lo que más te duele, no son
los golpes, ni el miedo a la muerte… Sabes, que tu temor más grande es: Dejar
huérfano a tu hijo de 5 años, que tu hijo sea criado por un padre ¡Enfermo de
machismo y de odio a la mujer!
Los
minutos pasan. Tu terror disuelve la percepción de tiempo; él saca la pistola
de tu boca y ¡Te escupe! ¡Te muerde los senos! Dejándote marcas de sus dientes
y la piel sangrando;¡Tú gritas de dolor! Y él, te tapa la boca con sus manos. Como último recurso para aplazar tu muerte, en espera de que alguien
pase y te dé ayuda o que suceda algo, que cambie tu suerte… Dejas de resistirte
y de gritar. Él, te deja respirar por un momento… y aprovechas a decirle: Que lo
intentarás otra vez, le pides perdón, le prometes que volverás. Él, para
celebrar su victoria sobre ti: levanta tu falda y mete entre tus piernas la
pistola fría, desgarra tu ropa interior buscando introducir el cañón dentro de ¡Tu vagina,
hasta logarlo! ¡Te lastima, con la fricción violenta! Es con ese cañón metálico
que ¡Te ultraja y tortura! Una vez más; mientras te insulta... Sus palabras no
te duelen, sólo resistes sin decir nada… Rezando en tu mente, para que esos
momentos acaben y puedas volver abrazar a tu pequeño y escucharlo decir “Te
quiero mami”; pero sólo oyes el disparo del arma, antes de perder la
conciencia y la vida.
Agradecemos la
colaboración de ERNESTO DE LA VEGA, que se unió a nuestra
convocatoria <16 días de activismo por la eliminación de la violencia contra
las mujeres> promovido en la comunidad de San Quintín, Baja California,
México. Para conocer el trabajo de Ernesto mira https://www.youtube.com/@ernestohdelavega
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